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Estrogenos y Testosterona: Neurohormonas en pugna en el mundo adolescente

Conferencia: Marcelo Ceberio

Para entender mejor la identidad del adolescente, comienza el Dr. Ceberio, habrá que remitirse a aspectos epigenéticos, es decir a factores genéticos en interacción con el ambiente: obstáculos y facilitadores de supervivencia que nos llevan a activar genes que están en silencio. Los psicólogos también debemos tener en cuenta los factores genéticos y no solamente los factores psicológicos. La proliferación de enfermedades auto-inmunes es un buen ejemplo de ello. Los psicólogos necesitamos aprender sobre esto, dado que tomamos como piscológico lo que tiene que ver con el sistema inmunitario.

De acuerdo a la investigación en curso, el mundo emocional en relación con el contexto activa ciertos genes que están latentes en algunas personas y no en otras. El Dr. Ceberio prosigue ilustrando a continuación algunas generalidades en las diferencias entre el cerebro de hombres y mujeres. Por ejemplo, el cerebro de la mujer tiene más neuronas que el del hombre dedicados a las funciones auditivas y de lenguaje, lo cual facilita la expresión de las emociones. También la mujer goza de más conexiones en el cuerpo calloso entre los hemisferios izquierdo y derecho, entre el pensamiento lógico racional y el pensamiento creativo emocional. Por su parte los hombres tienen su disco rígido cerebral más desarrollado que la mujer, lo cual les predispone a un mayor impulso sexual, o en palabras del Dr. Ceberio, el síndrome del Boy Scout: “¡Siempre listo!”.

También la región del hipocampo está más desarrollada en la mujer, zona que tiene que ver con el recuerdo. Si a ello le sumamos la capacidad de la mujer de estar más en contacto con sus emociones, podemos observar que el recuerdo en la mujer puede ser más emocional que en el hombre.

Por su parte en el hombre reacciona con mayor energía la amígdala y la neurotransmisión de la testosterona, que facilita la hiperactividad y predispone para las relaciones de jerarquía y poder, pudiendo reaccionar de forma más violenta ante diversas situaciones que la mujer.

Entendemos que en la prehistoria, el hombre ejercitó mucho la amígdala por su naturaleza de cazador y expuesto continuamente a situaciones de peligro. Por ello, el hombre desarrolló su visión en línea recta y limitó su capacidad de realizar actividades a una sola por vez. Sin embargo, la mujer debido a una función de proteger y alimentar a la prole, desarrolló más una visión periférica de 180º y una mayor facilidad para desarrollar varias tareas al mismo tiempo.

Tal y como resumía el Dr. Ceberio: “Estamos diseñados para sobrevivir en un medio salvaje, con respuestas al estrés en un mundo primitivo que amenaza nuestra supervivencia. Sin embargo vivimos un un mundo moderno donde el estrés se relaciona con tensiones laborales, impagos, crianza de los hijos, etc.” Las situaciones de estrés han cambiado, pero no así nuestra forma de responder al estrés.

Estamos diseñados para consumir azúcares y grasas que produzcan la energía necesaria para la actividad de la vida en un medio salvaje. Sin embargo hoy tenemos hábitos sedentarios y seguimos consumiendo azúcares y grasas, lo cual nos ofrece una explicación para la obesidad.

Por otro lado, la diferencia en las hormonas femeninas y masculinas también muestran un indicador de los diferentes comportamientos de mujeres y hombres. Las hormonas femeninas como la progesterona, el estrógeno y la oxitocina conducen a comportamientos más emocionales y sensibles. Por su lado, las hormonas masculina como la testosterona (fuerza) y vasopresina (defensa del territorio) que conduce a los niños a ser más comunicativos, competitivos y rivalizantes.

El feto masculino nace mujer, pero se convierte en un feto masculino después de recibir una descarga de las hormonas antimulleriana y testosterona.

Al macho se le dice que “los hombres no lloran”, “no hay que demostrar el miedo y sentir dolor”, continúa el Dr. Ceberio. Ahí están la testorena y la vasopresina que permiten esa dureza comportamental. En la mujer los estrogenos, la protestorena y la oxitocina permiten que ésta muestre conductas de cuidado y que pueda llorar con mayor facilidad.

En los adolescentes, el primer protagonista será la testorena, que como hormona sexual masculina dota a los adolescentes de sus atributos físicos masculinos y les dota para una conducta más activa.  Entre los 9 y los 15 años el cerebro adolescente recibe cantidades ingentes de esta hormona a diario.

Además aparece la vasopresina: hormona antidiurética también responsable de la seducción y de la defensa del territorio. Así, no es extraño que el adolescente empiece a reclamar su espacio, por ejemplo su cuarto, exigiendo a los padres que llamen antes de entrar.

La vasopresiona y la testosterona tienen que ver con la cantidad de cortisol en sangre. El adolescente empieza a sentirse susceptible a la agresión, en pocos segundos puede pasar de la dulzura y el amor a la bronca.

También aparecen las distracciones en el adolescente y la consecuente dificultad para cumplir con tareas escolares. La corteza prefrontal en vías de desarrollo se contrapone con la fuerza de la testoterona y vasopresina provocando que se desvíe la atención con algunas imágenes sexuales. En este momento entran acción los padres, poniendo en marcha la acción de la amígdala: el temor al castigo, el miedo al examen, etc.

También hay cambios en los ritmos del sueño. Alrededor de los 11 y 12 años se acuestan más tarde y se levantan más tarde. En esta etapa de desarrollo el cuerpo exige alrededor de 10 horas de sueño.

La relación con el poder también cambia. La visión de seriedad es un sinónimo de jerarquía para el adolescente. Así, con esta visión del tipo “no me importa el mundo” están mostrando su susceptibilidad a la aceptación. A esta edad miran mucho el rostro, afirma el Dr. Ceberio.

Esta agresividad del adolescente junto con su valentía provoca una iniciativa y una creatividad que genera un borbotón de ideas. Ante esta urgencia, el adolescente necesita que los padres comuniquen unos límites claros. Los padres ocupan el lugar de límites de reflexión y de freno que el adolescente necesita en este momento, concluye el Dr. Ceberio.

Los adolescentes se vuelven poco comunicativos y sociables. La testorena les hace perder el trato social excepto en los deportes en situaciones de equipo rivalidad y líderes sexuales. Alrededor de los 11 y 12 años los flujos testosterónicos están en plena ebullición, se produce una intención sexual y una selectividad perceptiva en el adolescente.

Por otro lado, en las adolescentes están funcionando los estrógenos, hormonas sexuales responsables del desarrollo de ovarios y glandulas suprarrenales, la progesterona responsable de la gestación. Estas hormonas hacen que las mujeres más sensibles y vulnerables a la emocionalidad.

Además en las mujeres se produce una mayor activación del hipocampo, relacionado con la memoria y el aprendizaje.

En las mujeres también se observan altibajos que tienen que ver con los altibajos de los estrógenos, aunque por su parte las adolescentes se muestran más hábiles para la relación social. Es importante que el terapeuta explique que los cambios de humor en la adolescente se refiere a los cambios neuro-hormonales, aconseja el Dr. Ceberio.

También se observa en la adolescente la influencia de la oxitocina (la hormona del abrazo), responsable también de los patrones sexuales, conducta maternal y paternal, confianza y seguridad.

Las niñas empiezan a hablar antes que los varones y hablan de temas que tienen más que ver con el afecto, se las ve que se agarran del brazo y que en su conducta prima la cercanía física, es decir, son más oxitocínicas. La estadística muestra que hablan más deprisa y de mayor cantidad de temas.

También se puede explicar la típica conducta de ir al baño juntas. Se trata de un espacio de intimidad donde se activan los centros de placer en el cerebro (dopaminérgicos) y se tratan temáticas de sexualidad y amor (oxitocina),

Otra hormona importante que aparece en la adolescencia: La dopamina, relacionada con el placer, la motivación y la recompensa. Esta hormona motiva el aprendizaje, la atención, el sueño y sobre todo el placer.

La combinación entre oxitocina y dopamina aparece en el mundo adolescente y después se traspasa al mundo adulto. Cuando tenemos un problema, el estrés puede llegar a provocar sentimientos negativos, que después se traducen en emociones de tensión, angustia y miedo. Cuando uno se vuelve tenso, decaen la serotonina, la oxitocina y la dopamina mientras se eleva el cortisol en sangre. Las adolescentes, cuando se sienten angustiadas rechazadas y desvalorizadas, buscan el abrazo de una amiga (oxitocina). Si no encuentran este abrazo será fácil caer en el trastorno emocional, afirma el Dr. Ceberio.

Hombres y mujeres reaccionan de forma diferente ante los problemas, continúa el Dr. Ceberio. Los hombres son accionadores, mientras que las mujeres tienden más a hablar, tienen mayor emergencia de pensamientos negativos y tienden más a la catarsis.

Los estrógenos y la progesterona están asociados al flujo de serotonina. Por tanto, las mujeres con más estrógenos y progesterona son más resistentes al estrés porque tienen más serotonina. La serotonina inhibe la ira y la agresión, regula el apetito y equilibra el deseo sexual. Además interviene en el flujo de dopamina y de melatonina.

La forma de enfrentar la rivalidad también es diferente en adolescentes hombres o mujeres. La rivalidad de las adolescentes es más sutil que la de los adolescentes varones. Mientras las niñas tienden a difundir rumores mientras que los niños son más frontales.

A modo conclusión el Dr. Ceberio nos recuerda:

  • Las hormonas influencian las conductas masculinas y femeninas. Estas conductas específicas generan interacciones sociales y un contexto que pauta lo que debe hacer el hombre y la mujer.
  • Se producen esquemas cognitivos que establecen la diferencia entre lo femenino y lo masculino. Un estilo propio que nos informa lo que hay que sentir.
  • La secreción de ciertas hormonas exige una estructura cerebral acorde a la conformación masculina o femenina. Todo ello es un circuito homeodinámico.
  • Tanto hombres como mujeres pueden enamorarse pero será muy difícil entender qué es ser mujer para el hombre y qué es ser hombre para la mujer. El hombre piensa en la mujer y en el hombre con las limitaciones de su propio cerebro y viceversa.
  • La psiconeuroinmunologia es un pensamiento sistémico, las interacciones y las congniciones tienen un curso biológico natural.
  • Romper con al dicotomía cartesiana cuerpo mente. Debemos unir ambos elementos para ayudar al ser humano.

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