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La Maleta del Actor. Inteligencia, Creatividad y Humor en la Relación Terapéutica

Seminario Prof. Giuseppe Ruggiero

Durante el seminario impartido por el Prof. Ruggiero en el Salón de Actos del Hospital Sant Pau en Barcelona la audiencia tuvo oportunidad de explorar tres aspectos de la mente estética: Inteligencia, Creatividad y Humor como si se trataran de tres dimensiones alto, ancho y profundidad. Destacando el Humor como la dimensión que nos permite profundizar en la relación terapéutica.


Guisseppe Ruggiero comienza el seminario explicando cómo la Escuela de Nápoles interpreta los cambios en la terapia familiar. Una de sus aportaciones será establecer puentes entre lo biológico y lo relacional.

El profesor Ruggiero continúa diciendo que en los últimos años se ha estudiado la intersubjetividad y el lenguaje interrelacionado objetivo, donde se observan puntos de contacto entre la neurobiología, la sistémica y la psicodinámica. Así mismo nos habla de la sinapsis entre la mente y el corazón a modo metáfora. En sus propias palabras:

Equilibrar lo cognitivo y lo emotivo. Será importante desarrollar la capacidad del terapeuta de sentir al otro de sí y cambiar al otro a través del cambio de sí mismo.”

De acuerdo a esta forma de ver el cambio en la terapia, el terapeuta se expone en primera persona y está dispuesto a jugarse esta parte de sí en la expresión vital de la expresión terapéutica. De esta forma la relación terapéutica se establece como una forma de influir a los pacientes igual que ellos nos influyen a nosotros.

“Los pacientes nos dan la oportunidad de visitar sus mentes. Es posible visitar la mente del otro sin identificarnos con ella. Entramos, nos implicamos pero salimos”, afirma el profesor Ruggiero, y continúa: “Las terapias más bonitas son aquellas que se incrementa el intercambio no verbal en la sesión, entre terapeuta y familia, entre familiares; donde existe un intercambio emocional a través del lenguaje implícito. En la formación de terapeutas hacemos hincapié en la adquisición de estos elementos por los alumnos”.

Para el profesor Ruggiero la terapia es un momento donde las mentes que se encuentran, donde los afectos que se reconocen. La psicoterapia activa la sinapsis del cerebro, no solo como un fármaco, sino también en zonas diferentes. Esta forma de concebir la terapia es coherente con la neurociencia. Podemos utilizar los fármacos cuando nos encontramos con patologías más graves.

Así el profesor Ruggiero afirma que todo proceso terapéutico tiene dos dimensiones:

  1. La dimensión intersubjetiva: las visicitudes: rupturas y armonía.
  2. La dimensión exploratoria: explorar valores, significados, motivaciones de los objetivos que constituyen el sentido de sí de la persona.

Las dimensiones intersubjetiva por un lado y exploratoria por otro, conviven en el espacio terapéutico. Un nivel no puede existir sin el otro.

“Cuando entro en la sala y me encuentro con la familia, Me pregunto qué ocurre en mi mente… ¿qué resonancias genera en mí la familia?”, afirma el profesor Ruggiero, y continúa: “Sin memoria, sin deseo es imposible el trabajo terapéutico. Entramos con los cinco sentidos puestos en la terapia, prestando atención también a lo que ocurre en nuestra memoria y en el deseo.”

Como terapeuta, afirma el profesor Ruggiero, mantenemos nuestra integridad al tiempo que respetamos el contexto familiar. Estamos muy atentos a los cambios de estado de ánimo de la familia y procedemos a una auto y hetero-regulación. Modulamos nuestra intimidad con la familia, nuestra distancia dentro-fuera de la familia.

Construimos nuestra alianza desde el inicio, donde todo se negocia, donde asistimos a una definición compartida de significados, donde cada uno regula su propio estado por la presencia del otro. Nuestra relación terapéutica está llena de miradas, de relación corporal, donde elegimos qué compartir y qué no compartir con la familia.

Algunas de las expresiones verbales que muestran este setting en la relación terapéutica irán acompañadas de construcciones tales como:

  • “En este momento siento esto…” (mejor que la expresión: “Pienso esto…”)
  • “¿Qué está sucediendo entre nosotros?” (mejor que la expresión: “¿Qué significa esto?”)

El profesor Ruggiero utiliza el concepto de Mente Estética para continuar su exposición. Nos habla de tres dimensiones en la relación terapéutica:

  • INTELIGENCIA (Vertical), elegir el tiempo oportuno para optar por algo (Kairos).
  • CREATIVIDAD (Horizontal), cómo realizar lo que la inteligencia me dice hacer.
  • HUMORISMO (Profundidad), puerta de acceso.

Al hablar de inteligencia, el profesor Ruggiero, se está refiriendo a la capacidad de aprender de la experiencia e integrar modalidades eficaces para relacionarnos con el ambiente, es decir, potenciar habilidad mental para adaptarnos. Una de las características de la inteligencia es que no está en el individuo, sino en las relaciones. Una de las cualidades de la inteligencia es que en cierto modo todos somos inteligentes en cuanto que tenemos capacidad para llevar nuestra propia vida hacia delante.

Cuando hablamos de inteligencia terapéutica, el profesor Ruggiero se refiere a:

  • Intuición.
  • Sagacidad.
  • Elasticidad mental.
  • Sentido oportunidad.
  • Capacidad de transformarse.
  • Atención.
  • Integración multisensorial
  • Habilidad expresiva corpórea.
  • Sensibilidad estética.
  • Sentido del ritmo.

La inteligencia es un salto evolutivo que no sabemos a donde nos puede llevar, prosigue el profesor Ruggiero. La inteligencia es propiedad de los sistemas complejos: a partir de cierto umbral se producen cambios significativos. Un ejemplo de ello es la evolución entre el Homo Habilils y el Homo Sapiens.

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Una vez la inteligencia entra en juego en el proceso terapéutico, aparece al mismo tiempo la creatividad. El profesor Ruggiero utiliza la metáfora del hormiguero, un sistema creativo e inteligente caracterizado por:

  • Conexiones no muy estrechas.
  • Flexibilidad.
  • Comunicación blanda e imprecisa.
  • Tolerancia y uso creativo del error.

En este contexto utilizaremos nuestras resonancias para armonizarnos con la familia. Por ejemplo, acompañar al paciente en su ambigüedad le hace sentir seguro. No basta con sentir la resonancia, sino que también es necesario armonizarse. En palabras del profesor Ruggiero: “La sintonía del cerebro del paciente y del terapeuta facilita la sintonía emocional.”

Además en este contexto se pondrá a prueba la capacidad del terapeuta de encontrar un ritmo con la familia que esté en sincronía con la relación terapéutica. El palabras del profesor Ruggiero: “Estudia la escala, la armonía, la técnica, pero cuando toques déjate llevar como si contaras una historia. Actuamos mientras recogemos información”.

El terapeuta no puede ver con antelación lo que va a suceder. El terapeuta sólo puede contar con una gran preparación técnica para estar preparado para lo que venga. El terapeuta está abierto a la improvisación basado en su preparación la cual le permite actuar como:

  • Explorador, que tiene mapas e hipótesis está lleno de curiosidad.
  • Viajero, que coge el tren en el último momento, obtiene recursos al vuelo.
  • Artesano, que usa todo lo que tiene a disposición, no desperdicia nada.
  • Alud”: que cuando llega sorprende, pero ya sabíamos que se estaba preparando.

“El sentido de lo que estamos tocando tiene sentido, mientras lo producimos. Creación y resultado son lo mismo. Algo sucederá pero no sabemos cuándo”, afirma el profesor Ruggiero.

Finalmente, el humorismo, la capacidad de reirnos de nosotros mismos. En palabras del profesor Ruggiero: “Si falta el humorismo no puede ir en profundidad. Pensamos que es frialdad. Sin embargo te permite ver la otra cara de la moneda. Se rompe un esquema y podemos entrar en una relación auténtica con el paciente. El humorismo nos da cierta ligereza para entrar en el sufrimiento del paciente en la parte más dura.”

Caso práctico

Papá, mamá y cuatro hijos, entre ellos con un paciente psicótico. El terapeuta no sabe si llegarán juntos o separados. Esta primera sesión es característica porque los miembros llegan uno a uno diferidos en el tiempo. El terapeuta se pregunta: ¿cuándo comienza esta sesión?

El hijo más pequeño llega el primero. El terapeuta se anticipa: propone a este miembro familiar preparar las sillas para el resto de la familia.

La cara del muchacho es divertida. El terapeuta le pregunta si viene el primero como explorador. El muchacho acepta con humor la definición del terapeuta.

Llegan tres miembros más de la familia: el paciente identificado, la hermana y la madre quien, por cierto, se sienta en la silla del terapeuta. Aclarado el tema de la silla del terapeuta, la madre explica que mientras tanto el padre se ha ido a aparcar.

El padre tarda en llegar así que terapeuta pregunta por él al hermano más pequeño (porque en cierto modo es su co-terapeuta). Sin embargo, contesta la madre: “fue a aparcar”.

La madre sugiere empezar y el terapeuta sugiere esperar a los otros, pues no solo falta el padre sino también otro de los hijos. Pasan bastantes minutos. Finalmente llega el último de los hijos pero el papá todavía no.

El terapeuta sugiere esperar hasta que estén todos. La hija se siente autorizada para llamar al padre mientras el terapeuta sugiere seguir esperando hasta que llegue el padre.

La mamá hace las presentaciones de los miembros familiares. El terapeuta entra rápidamente en el tono irónico de la familia, que oculta un drama tremendo.

Como vemos es una familia caótica. Es difícil salir de esta familia. Los hijos que están fuera, están continuamente siendo llamados a entrar. En las familias psicóticas es como si el tiempo se hubiera parado.

El padre, que quería ser cura, se encuentra ahora con cuatro hijos y una abuela muy intrusiva. Esta tragedia está oculta detrás del humor. Entramos en la historia familiar a través del humor. Poco a poco, a medida que la familia confía, éstos permiten la entrada del terapeuta en la tragedia.

En la siguiente sesión el paciente identificado no viene y el terapeuta pregunta que en qué silla se hubiera sentado. El primogénito se encuentra ahora sentado en la silla del paciente identificado.

El terapeuta explicita que él cree que esa es la silla del paciente identificado.

Hijo: “Quizá me la ha dejado mi hermano”

Terapeuta: “¿Podrías explicarte mejor?”

H: “Es la silla que me ha dejado mi hermano antes de irse de casa. Es la silla de la depresión”

T: “¿Podrías explicarme mejor cómo es la silla de la depresión?”

H: “Es como una silla construida por un carpintero y un tapicero, donde el carpintero es mi padre y donde mi madre la ha tapizado”

T: “¿Es una silla cómoda?

H: “¡No!, ¡es una silla eléctrica!”

El hijo explica los motivos de la pareja para construirla. El terapeuta cambia el clima de humor y bromas que hay alrededor del tema de la silla, indicando que se trata de un tema muy serio, y cambia el tono de la conversación con el hijo:

Terapeuta: “¿Cuál es el motivo?”

Hijo: “No sentirse solo”

T: “¿Quién tiene más necesidad?”

H: “Mamá”

T: “¿Quién acompaña a papá?”

H: “Su dios”

T: “¿Es religioso?, ¿se casó con Dios?”

H: “Primero se casó y después se divorció. El está casado primero con Dios, después con su madre y finalmente con su mujer”

Pensamiento terapeuta: “¡Un menage!”

Así en esta familia la tragedia de pareja se escenifica en los hijos. Esta familia lleva una librería que no va bien, pero los hijos tienen que trabajar juntos para mantener la familia unida.

En esta sesión fue importante encontrar rápidamente la metáfora de la silla en lugar de entrar en hipótesis complejas. Se trabajó con un miembro de la familia para definir la relación de la familia explorando áreas de significado y las relaciones importantes de la familia.

Recomendaciones prácticas

El profesor Ruggiero finaliza la exposición de su caso afirmando que el centro de la terapia sistémica es la acción. 

Las siguientes recomendaciones están basadas en las conclusiones extraídas del caso práctico y a modo resumen de la completa exposición del las recomendaciones generales del profesor Ruggiero durante el seminario:

Cuando nos llega la familia: re-escribimos su historia con una nueva puntuación, con significados y hechos (terapia narrativa, genogramas, etc.). Nuevas maneras de expresión emocional más fluida con un nuevo recorrido rítmico.

Construimos la alianza desde el principio negociando todo y llegando a definiciones compartidas de significados. En la construcción de esta alianza modular la distancia, eligiendo lo que compartir y no.

En las primeras sesiones el terapeuta puede hacer como en el fútbol:

  • Primero uno está pasivo, a la espera. En este momento hay más arousal individual y menor arousal del grupo.
  • Después pasamos a estar activos, constructivos, ofensivos. En este momento hay menos arousal en el individuo y más arousal en el grupo.

Como terapeutas nos fijaremos en la exposición del tema dominante. El paciente cuenta y se cuenta, ésta es la puerta de acceso. Nos preguntaremos:

  • ¿Cuál es el tema dominante y cómo se expresa el tema?
  • ¿Como se desarrolla este tema en la terapia?

Observaremos el ritmo: interrupciones, si se respetan los ritmos, si al hablar con uno ocurren otras cosas en la familia, si se interrumpen mucho puede indicar un funcionamiento simétrico.

También nos preguntaremos: ¿Cuál es el ritmo de la terapia? A veces utilizamos ritmos aburridos, otras veces vamos muy rápidos. Es bueno preguntarse cuál es el ritmo que tenemos con nuestros pacientes. Es bueno preguntase cuál es nuestro ritmo en nuestra vida, en nuestro trabajo.

También, restituimos el tema inicial con una revisión del tema central de sí mismo, una nueva visión donde re-elaboramos el tema inicial:

  • Exposición
  • Desarrollo
  • Re-elaboración

Creamos contextos y redefinimos los existentes:

  • Hacer una pregunta, crea un contexto.
  • Cambiar un sitio, crea un contexto.
  • Cuando estamos con una familia caótica, si preguntamos: “estoy confundido, ¿alguien puede ayudarme?”, cambiamos el contexto.
  • Cuando estamos con una familia con niños y preguntamos al niño: “¿por qué traes a la familia?” cambia el contexto, reencuadra.

Algunas generalidades sobre las habilidades del terapeuta:

  • Preguntar siempre: “¿Qué quiere este paciente que sea para él?” y elegir quién quieres ser para él: “un padre adoptivo”, “ un hermano mayor”, “un investigador”….
  • Tocar de oído: conocer el lenguaje psicológico pero utilizar el lenguaje familiar.
  • Desconfiar de las asonancias y resonancias precoces. Historias de amor paciente- terapeuta: “comienzan con una invención y finalizan con un inventario”.
  • Tomar conciencia de los propios sentimientos y relaciones emotivas. Ser auténticos.
  • Responsabilizarse de la contribución propia a la relación. No perder nunca la posición.
  • Permanecer abiertos a lo que sucede.
  • Utilizar el humorismo: reirse de uno mismo.
  • Utilizar la metacomunicación: siento que está pasando esto.
  • Poder re-establecer la relación cuando se rompe. Pedir excusas: muy sano y muy humano.
  • Puedo comunicar que estoy preocupado por ella pero no interfiero en su decisión.
  • Improvisar.
  • Utilizar metáforas: Las metáforas continúan vivas en la mente.

Ejercicio  STILO:  Cuidado de la estética es parte de la terapia.

  • ¿Cómo se escucha? (postura, respiración, nivel de atención…)
  • ¿Como se habla? (tono, inflexión, silencio, pausa…)
  • ¿Cómo es el lenguaje implícito? (mirada, movimientos…)
  • ¿Cómo es la sintonía con el paciente? 
  • ¿Cómo se organiza la interacción?

“Mejor un terapeuta que trabaja por tentativas que puede dudar y equivocarse con su paciente hasta el momento que los dos juntos lleguen a un descubrimiento que les permite a los dos dar un paso adelante”

I. Yalom

“Nos hemos acostumbrado a pensar en la vida como un problema a resolver antes que un misterio para experimentar.” 

Guiseppe Ruggiero


Seminario: Guiseppe Ruggiero
Director Escuela Nápoles, Italia

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