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Las cadenas del amor. La dependencia patológica en las relaciones de pareja

Seminario: Rosella Aurilio

¿Es posible vivir una relación de amor sin una relación de dependencia?

En esta sesión, continúa la profesora Aurilio, nos desplazaremos a la parte más oscura de las relaciones de pareja: “las cadenas”.

Amor y cadenas influyen en muchos delitos terribles, afirma la profesora; y prosigue: “Las relaciones de co-dependencia en el terreno de la terapia de pareja son importantes para nosotros como terapeutas. Nos interesa a todos este tema porque la afectividad constituye una parte importante de nuestro equilibrio psíquico”.

Si la pareja acude a terapia a tiempo, podremos intervenir hacia una mejor relación entre la pareja o hacia una separación sin consecuencias adversas. Sin embargo todavía queda mucho por hacer en cuanto a la prevención y la comunicación para que estas parejas acudan a terapia a tiempo.

Claro que cuando una pareja comienza su relación, comienza por una relación de afecto. La profesora Aurilio nos recuerda que “siempre que tenemos una experiencia de amor tenemos una experiencia muy vital”.

A este respecto, Aurilio también nos recuerda a Bowen y su discurso acerca de la masa indiferenciada del yo, la familia aglutinada, fusionada en sus relaciones. En el otro extremo encontraríamos la máxima diferenciación, la familia dispersa, desligada. Y, en el medio, todas las combinaciones posibles.

Así, la relación de pareja transita por un camino en que encuentra esta alternancia entre “estar juntos y estar separados” un equilibrio saludable entre fusión y diferenciación.

La profesora Aurilio continúa diciendo que una fase indispensable para pasar a un estado maduro en la relación de pareja correspondería a este tránsito de la ilusión a la desilusión. Tránsito que no todas las parejas sobreviven y que dependerá en gran medida de la intensidad de la “ilusión” inicial.

Cuando la pareja rompe esta “ilusión”, prosigue Aurilio, cada “partenaire” comienza percibir al otro como diferente y de este modo comienza la búsqueda de otro “partenaire” diciendo: “me he equivocado”.

En palabras de la profesora Aurilio: “Al pensar en la dependencia de la historia de amor, pienso en dependencia al enamoramiento. La persona dependiente no depende de la otra persona, sino de la condición de enamoramiento. Las personas pasan de una relación a otra buscando esa relación de enamoramiento que, como sabemos, tiene una duración determinada en el tiempo. Incluso personas inteligentes se quedan atascadas en este proceso”.

Cuando las experiencias de confort en la pareja son demasiado frecuentes nos acercamos a la dependencia. Es como una necesidad constante de consuelo y donde comienza una relación cíclica que puede atrapar a la pareja y congelar su relación en un momento dado de su evolución vital. En palabras de la profesora Aurili: “La dependencia es una historia de amor a la que se le ha echado una maldición. El objeto de amor devorado se convierte en devorador.”

En las relaciones de dependencia la latencia, o capacidad de diferir en el tiempo una necesidad en aras de una recompensa mayor, es muy pequeña, es decir, el dependiente no puede diferir su necesidad en el tiempo. “Mientras más dificultades se tengan en las relaciones humanas más fácil será generar dependencias de un objeto”, afirma Aurilio.

“Todo fenómeno de dependencia es un fenómeno disociativo más o menos grave”, continúa la profesora Aurilio. Así explica que los fenómenos disociativos son como un refugio de la mente, pensamientos particulares, comportamientos repetitivos. Rituales y hábitos personales que solemos hacer, donde nos sentimos bien.

Pequeños refugios de la mente están presentes en nuestra cotidianeidad. “Siento mi canción preferida y todo me pasa por la cabeza, me hace olvidar todo, incluso una jornada difícil”, dice Aurili.

Ahora bien, si hago de mi pareja un refugio de la mente, tenemos un problema, afirma la profesora Aurili. Por ejemplo, yo estoy todo el día fuera de casa, pero cuando llego a casa y te encuentro, me siento bien. El problema aparece cuando la búsqueda de este estado psicótico se hace frecuente. Si mi refugio de la mente es el otro, ya no existe el mundo, la relación de pareja se convierte en un “nosotros fusional”.

La profesora Aurilio nos advierte: “Preocúpate cuando alguien te diga: el tiempo se detiene cuando estoy contigo”.

A estas necesidades mentales Goldenberg las llama escisiones verticales y las define como alteraciones de conciencia que impiden el conflicto, informa Aurilio.

Por ejemplo, un diabético ante un pastel que no puede comer por su condición alimentaria produce en él dos posiciones contrarias: “me lo como / no me lo como”. Finalmente decide comer el pastel y, mientras lo está comiendo, olvida por completo que no puede comerlo. Sólo recuerda que no puede comerlo en el último bocado. De esta forma ha podido comer y disfrutar del pastel sin conflicto interno. A esto Goldenberg lo llama escisión vertical.

Otros psicólogos como Bolby, hablan de que lo principal es desarrollar la idea del yo, el ideal que sirve de bisagra entre el narcisismo y la objetividad. “Aceptar el luto originario para empezar el camino de separación e introducir la idea del espacio y del tiempo”.

Y así pasamos de lo intra-psíquico a lo relacional. Todos los juegos relacionales se originan en esta fase de indiferenciación entre el otro y yo. El ser humano es el más susceptible de ser dependiente de otro ser humano.

En el desarrollo de un niño de 2 años, hay miedo entre mí y la figura de referencia. Está controlado por los ojos. Un niño de 2 años puede moverse hasta que pierde de vista a la madre. Así, el proceso de autonomía de este niño consiste en la conquista progresiva de caminar sin ver a la mamá, sin ver su punto de referencia. Ha interiorizado el objeto de amor dentro de sí.

Si este aprendizaje lo llevamos a la relación de pareja, la conquista de la autonomía consistiría en integrar a la otra persona dentro de mí, y ya no la necesito fuera. Si no consigo separarme de mi objeto de amor, siempre necesitaré tenerlo junto a mí. El YO lucha por no abandonar esta posición de unión omnipresente.

En la relación de co-dependencia, la pareja se queda detenida en un momento de su historia. La separación se vive como una amenaza de muerte: “me voy o no me voy”. Me encadeno a la relación. Si la persona está aquí atrapada, estará buscando continuamente su pareja ideal: “necesito a alguien que no puede hacer cosas diferentes a las que yo hago”.

Las parejas co-dependientes encajan perfectamente la una con la otra.  Y en un encaje tan perfecto, ¿dónde entra el terapeuta?

Los terapeutas sistémicos trabajamos en el espacio que hay entre los individuos. Sin embargo en las relaciones de dependencia no existe este espacio “entre”. La palabra de los sistémicos “entre”, en la co-dependencia, tiene una realidad que tiene que ser observada dentro del individuo. Dos escenarios paralelos que tienen que ser observados.

Es importante que un terapeuta, cuando enfrenta un problema de dependencia, conozca sus propios prejuicios sobre las relaciones de co-dependencia. Toda definición tiene en mente un objeto preciso. No hay correcto o equivocado. El terapeuta sólo debe ser consciente de que, dependiendo de lo que él piensa, habrá unas consecuencias u otras en la terapia con parejas co-dependientes.

Palabras de la audiencia al definir la dependencia: soledad, necesidad, límite, fragilidad, autoestima, diferencia de valores, sometimiento, adicción, compulsividad, aprobación estancamiento, inseguridad, indiferenciación, angustia.

Cuando un terapeuta entra en terapia debe estar libre de prejuicios y estudiar al otro. De lo contrario el paciente tratará de demostrar su necesidad. “No hay paciente más determinado que el dependiente”.

Por ejemplo, si en la relación de co-dependencia veo una adicción, puedo dejar fuera la historia de vida, la historia familiar, el sistema de pertenencia, etc. en su lugar veré una enfermedad que necesita tratamiento.

Por ejemplo, si veo soledad, el gran argumento de la dependencia, y me concentraré en este punto como central, intentaré convertirme en un punto de contacto que no existe. La dificultad radicará después en ampliar esta referencia.

Cuando el terapeuta entra en el “encaje perfecto” de la pareja co-dependiente, aumentará el miedo de la pareja y por tanto su tendencia será incrementar su encaje perfecto. Por tanto, las recomendaciones para los terapeutas serán:

  • No mostrar el juego relacional demasiado pronto.
  • Poner anclas al “partenaire” más angustiado.
  • Trabajar con el otro “partenaire” que no se sienta aplastado.

¿Qué miramos como terapeutas sistémicos?

Como terapeutas sistémicos observaremos la característica fundamental del sistema, qué funciones tiene la pareja y cómo se comporta.

Cuando el terapeuta sistémico mira a este tipo de parejas, parece que se han detenido en el tiempo en que se conocieron. El terapeuta se ve influido por esta percepción; para él es como una inmersión en el pasado.

Esta característica es importante porque lo primero que hará el terapeuta será hacer toda la referencia posible a la situación actual. Debemos estar atentos ahora al ciclo vital de los hijos, mientras la pareja se concentra en discutir sobre cosas abstractas.

Cuando el contenido de las discusiones es pobre, los conflictos son sólo sobre la relación.

Una de las consecuencias de la pareja co-dependiente es una relación de agresividad. Esta característica de la co-dependencia es sobre la que hay que trabajar específicamente.

No podemos dejarnos engañar por la idea de que uno es el agresivo y el otro el sufridor, de que uno es el verdugo y otro la víctima. La agresividad se construye conjuntamente. Podemos comprender así cómo se llega a la violencia; aunque ello no la justifica.

“Si tengo una necesidad de ti, y necesito que tú no cambies porque de lo contrario no me reconozco en ti”, las vidas transcurren tremendamente iguales. Si algo cambia, el otro se alarma enormemente.

En estas relaciones hay un placer en comprobar que soy indispensable en tu vida. Un placer patológico, pero un placer al fin y al cabo.

En la relación de co-dependencia, una pequeña variación en el comportamiento propio provoca que el otro se sienta amenazado de muerte. El que se siente encadenado sufre porque su equilibrio depende de la otra persona. Quien usa la violencia es el miembro que tiene más necesidad de tener controlado al otro.

Las estadísticas muestran que es el género masculino el que muestra la violencia, pero no por una cuestión cultural, sino porque se siente oprimido: siente que no puede ser libremente. En esta situación se necesita mucha conciencia de uno mismo para atribuir a uno mismo esta condición. Es más fácil atribuirla al otro.

En estas condiciones el diálogo intra-psíquico comienza a girar en torno a: “Si hubieras sido la mujer perfecta que me dijiste ser…”  y aquí comienza la trampa. Cuando esta mujer hace movimientos pequeños a escondidas, surge la violencia física.

Una mujer sana dirá: “No soy perfecta”.

En estas parejas los hijos aparecen adultizados como canguros de sus padres, como árbitros. Posteriormente estos hijos serán susceptibles de padecer algún tipo de patología relacionada con el proceso de individuación en su ciclo vital. Muchos hijos no quieren dejar sola a esta pareja que tanto discute. Los síntomas dan un sentido relacional al hecho de que se queden.

A veces vemos a estos hijos que no han ido a terapia antes, llegarán a la misma en edades avanzadas. Ellos mismos pueden evitar homicidios en las relaciones de co-dependencia de sus padres, pero no pueden evitar su trastorno posterior, afirma Aurilio.

Hay terapias que son la cura de algunas personas y la prevención de que este ciclo se transmita. La prevención es la asignatura pendiente del terapeuta.

Las parejas co-dependientes tienen una habilidad particular de mantener a los hijos fuera de su vida de afectos. Es difícil que construyan una familia. Sin embargo, será difícil que algún miembro de la pareja se vuelva violento o maltrate a los hijos. La violencia parento-filial corresponde a otro perfil de personalidad diferente.

En las drogodependencias la pareja muestra otro tipo de dependencia, en este caso es con la sustancia. En los casos en que los dos consumen, cada uno está casado con la droga. Se enfada, se reconcilia con la sustancia. La unión de la pareja es un empresa para conseguir la droga. Una relación muy débil. Cuando uno de los dos deja la droga, la pareja se rompe.

La violencia física no es lo que mantiene a la pareja, sino la no libertada psicológica. Si eres libre psicológicamente, te organizas, buscas refugio. Pero si organizas un refugio (como psicólogo) para una de las personas co-dependientes, la persona no sólo no lo utilizará sino que el psicólogo se expondrá ante la posible reacción violenta del partenaire de la persona.

La profesora Aurilio continúa: es importante que el terapeuta conozca sus propias características y sea consciente de sus ideas en relación a la co-dependencia, porque esto es fundamental en la construcción de la relación y lo que hará de la pareja. Lo importante es que sepa utilizar bien cada cualidad, no espontáneamente y que sepa elegir qué usar y qué no usar. A esto Aurilio lo llama coherencia estratégica, coherencia con el sí mismo y estratégico en el curso de la terapia. (Juan Luis Linares a esto lo llama “inteligencia terapéutica”).

La hipótesis detrás de estas conductas está en que las mujeres no se autonomizan por buscar aprobación.

Muchas teorías hablan del porqué las mujeres no denuncian. La mujer que sufre, le duele más la sospecha de que ella es culpable. Además La mujer tiene miedo que esta forma de ser se extienda a su familia de origen, afirma Aurilio.

Cuando trabajamos con estas mujeres maltratadas observamos que no recibieron reconocimiento en sus familias de origen. Fueron mujeres marginales con un deseo de ser el centro, de ser elogiadas. Por otro lado, cuando trabajamos con los hombres de estas parejas observamos hijos presionados en exclusiva por padres autoritarios, no necesariamente violentos, asegura Aurilio.

La trampa inicial en la pareja co-dependiente es la propuesta del hombre de ponerla en el trono para lo cual ellas tienen que pasar un examen cada día. Justo lo que ellas querían. El hombre a veces la promociona, pero para que esto ocurra ella ha de ser impecable.

Cuando la mujer sale del cauce de la perfección, deja de ser promocionada por el hombre y hasta acusada de ser una estafadora, precisamente su mayor miedo. Ellas necesitan convencer al mundo de que no son unas estafadoras. Por tanto, cuando piden terapia la piden buscando una autoridad que convenza al hombre de que ellas tienen razón, que son impecables, concluye Aurilio.

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Caso práctico

Laura y Gino se casan después de un noviazgo de 4 años. Se van a vivir a otra ciudad. Algo premonitorio ocurre la noche de bodas. Una llamada despierta a Laura. Se trata de su hermano que le dice que el padre de ambos ha pegado a la madre y que está en el Hospital. El padre había sospechado que durante la fiesta su mujer había tenido una relación con otro hombre. Gino tuvo el presentimiento que su pareja estaría amenazada por este episodio.

Ahora Laura y Gino vienen a terapia porque discuten y estas discusiones frecuentemente evolucionan hacia en una pelea con agresión física donde Laura acaba en el Hospital. Una vez allí, cuando Laura tiene que declarar cómo se ha hecho los moratones, alega que ha sido un acontecimiento doméstico. Laura es abogada y aún así esta confusa para encontrar una solución en las leyes.

Gino: “Yo sé que me equivoco, pero ella me provoca, me contradice siempre”.

Laura: “No es así, él explota sin razón”.

Terapeuta: “¿Has comentado esto con un abogado?”

Laura: “No, esto es un caso de la pareja”.

  • Él dice: “estoy tan seguro de mí que tengo que controlar al otro en todo momento”
  • Ella dice: “estoy tan segura de mí que tengo que convencer al otro de que soy impecable”

Él está preocupado por el juicio social, sólo la presencia del terapeuta hace que la violencia disminuya. El efecto inicial es resultado de que alguien fuera de la pareja y la familia de origen conoce los actos violentos.

Gino: “Para mí algo principal era construir nuestra propia familia. Esto Laura nunca lo ha hecho. Para ella su propia familia es tan importante como la nuestra.”

La madre de Laura había protegido a sus hijas del padre. Laura sabía que el padre tenía un carácter difícil pero no violento. Ella se casa con alguien igual que su padre. Además se siente en deuda con su madre, así que la invita a su casa, lo cual a su vez hace que Gino se angustie cada vez más.

Las acusaciones se hacen mutuamente, se inician las agresiones verbales y físicas y se inicia el ciclo co-dependiente:

  1. Después de la agresión viene el arrepentimiento.
  2. La agredida no tiene tiempo de ponerse a salvo.
  3. Él le dice a ella que ha sido injusto y que no lo hará más.
  4. Para la mujer es un momento de gran gratificación.
  5. Ella Acepta la excusa y comienza de nuevo el ciclo.

Cuando ella le dice: “te perdono” está autorizando a iniciar de nuevo el ciclo. De algún modo él piensa: “si ella hubiese tenido razón no me hubiese perdonado. Así que quizá ella tiene un poco de culpa”.

Las sesiones de pareja funcionan si se hace ver la escisión vertical presente en situaciones límite.

Recomendaciones prácticas:

Cómo se puede actuar en este tipo de casos:

  1. Paso a paso, lentamente.
  2. Controlar nuestro analógico, aún cuando la historia de violencia nos asusta.
  3. No tomar una posición crítica o desequilibrada en favor de uno de los dos.
  4. Adoptar una posición neutral, sin culpabilizar ni a él ni a ella.
  5. Mantener actitud como si fuera la primera vez que se escucha algo así.
  6. Realizar un buen diagnóstico relacional.

Lo más difícil de estas intervenciones será calcular bien el tiempo en qué hacer las intervenciones. Ir despacio y calcular bien el tiempo, cuándo toca hacer algo. Este cálculo del tiempo apropiado para la intervención es lo más difícil de aprender para el terapeuta novel y lo más difícil de enseñar para el terapeuta experimentado.

Lo que nunca vendrá bien será ignorar el riesgo en que está la pareja e incluso a veces el mismo terapeuta. En estos casos está bien tener el miedo justo, ni mucho miedo, ni ningún miedo.

En las fases iniciales de la terapia las sesiones se harán conjuntas con la pareja para no despertar suspicacias. Después, en las fases finales, se pueden hacer sesiones individuales para trabajar la individuación y hablar de cosas que les hacen sentir bien.

En estas parejas el tiempo parece haberse detenido, incluso cuando formalmente la pareja parece estar avanzando.

Un recurso del sistema es utilizar el enfoque trigeneracional utilizando la herramienta del Genograma. Observamos dónde se quedaron atascados y dónde están los recursos.

Si hablamos de la evolución normal del individuo, los juegos más importantes se hacen entre:

  • La elección.
  • La predestinación.

En la evolución normal tenemos la oportunidad de insertar modificaciones importantes en la historia familiar y si el sistema es flexible se acepta y supone un giro diverso a la historia familiar. Cuando esto no ocurre, preguntamos ¿qué hace la herencia trigieneracional en la patología?

El Genograma puede ayudar a rediseñar el presente relacional. Estudiar y “destacar quirúrgicamente las identidades sin lesionar las funciones vitales”.

En el trabajo con el Genograma nos concentraremos en realizar preguntas de contenido, vigilando no sugerir o inducir respuestas. Después en la devolución nos concentraremos en lo siguiente:

  • Individuación de temas familiares.
  • Posición del autor en los mitos familiares.
  • Los nudos más problemáticos de su historia familiar.
  • Momentos de cambio.
  • Indicación de cómo podría cambiar.

Como terapeutas nos fijaremos en la imposibilidad de los miembros de la pareja de construir un yo estable. Cuando parte de la personalidad de uno utiliza parte de la personalidad del otro, el acuerdo no puede funcionar.

En el transcurso de la terapia debemos estar muy atentos a la persona que se queda cuando se rompe la pareja . El terapeuta puede pedir continuar unas sesiones más para ver cómo continua la relación.

Pensamos que la terapia de pareja trata la relación pero también trata el individuo, de esta forma puede salvarse la relación y mejorar las dos partes (lo cual sería la máxima expectativa del terapeuta) pero esta solución no siempre se da.

Lo que otras veces sucede es que uno de los dos aprovecha la terapia para reforzar su identidad y el otro lo hará más adelante. El que está mejor de los dos, si el otro no se mueve, se irá.

No debemos confundir la terapia de pareja con salvar la relación. El objetivo de la terapia será incrementar en las personas lo siguiente:

  • Ideas claras.
  • Menos angustias.

El objetivo terapéutico consistirá en que los miembros de la pareja aprendan que la necesidad que tienen el uno del otro es una cosa de cada uno.

Hablando tanto del amor, a pesar de ello, los psicólogos no podemos entrar en el sentimiento. En palabras de la profesora Aurilio:

“No entiendo sobre el amor. Los sentimientos son bellos porque no tienen razón. Nosotros  como terapeutas debemos ocuparnos de la salud”.


Seminario impartido por: Prof. Rosella Aurilio
Instituto di Terapia Relazionale (ITER), Nápoles, Italia
http://www.iterscuola.it/

1 Comentario en Las cadenas del amor. La dependencia patológica en las relaciones de pareja

  1. Buen Articulo !!! Definitivamente no podemos ser pareja mientras psiquicamente sigamos siendo hijos !!!

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