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Entre la monoparentalidad y el ensamble… El adolescente y sus padres.

MTFS. Karina Corona Pacheco

Resulta que los terapeutas hemos puesto atención a las familias ensambladas o reconstituidas, a las implicaciones relacionales de la pareja en las diferentes fases entre la separación conyugal y el posible ensamble… hemos tomado en cuenta las dificultades de los hijos que indirectamente traen a la ex -pareja, nuevamente al consultorio, y nos hemos preguntado ¿qué pasa desde la perspectiva de los hijos adolescentes? Es verdad, papá y mamá se separaron y mientras tanto yo…

En México, 19.6 de cada 100 matrimonios termina en divorcio (INEGI, 2016). Y en dos de cada tres matrimonios es plausible se genere una familia monoparental que puede dar cabida a familias ensambladas o reconstituida-usadas como sinónimos-, definidas por Grosman y Martínez (2000, citado en Encuentro Psicoterapia, 2016) como “la estructura familiar originada o unión de hecho de una pareja, en la cual uno o ambos de sus integrantes tienen hijos provenientes de un casamiento o relación previa”. Los motivos más frecuentes -desde mi experiencia clínica- en la génesis de estas, son: 1. Divorcio/Separación 2. Infidelidad 3.  Familia alterna 4. Viudez.

Durante la infancia, el adolescente se caracterizó por su dependencia, necesidad de ser cuidado y creación de vínculos afectivos que  estimularan la nutrición emocional por medio de la seguridad y la confianza (Linares, 2012). En la adolescencia, va construyendo su narrativa identitaria y búsqueda de autonomía. Entre una etapa y otra, genera diferentes distancias afectivas entre sus personas significativas y examina experiencias que amplíen sus horizontes (Pereira, 2011).

Y mientras tanto papá y mamá…

Los padres están inmersos en la espiral recursiva de la Figura 1, y por si fuera poco, tienen hijos adolescentes. Las etapas de la espiral van desde la fase 1. Separación conyugal 2. Duelo conyugal 3. Reajuste parental post-conyugal 4. Reajuste personal post- conyugal 5. Reajuste monoparental y 6. Formación de familia ensamblada.  Cabe señalar que las fases tres, cuatro y cinco, son crisis diferentes que experimentan generalmente, empalmadas.

IMAGEN 1 KARINA

Figura 1. Espiral recursiva del proceso de reajuste en familias de padres separados.

 

Entre el Reajuste Familiar Monoparental y la de Formación de Familia Reconstituida, las crisis se encuentran generalmente a destiempo en la funcionalidad y adaptabilidad. Los progenitores se cuestionan  su reinvención en la parentalidad post-conyugal, su identidad personal post-conyugal, aunada al replanteamiento de su proyecto de vida y si fuera poco, a la inminente reorganización monoparental.

Los vínculos relacionales en esa espiral son complejos y llevan al sistema familiar a probarse a sí mismos en cada integrante, cada sistema de creencias, y lograr una morfogénesis a partir de flexibilidad, alianzas, comunicación y nutrición relacional (Linares, 2012). De otra forma,  tiende a rigidizarse  el sistema, tocar en algunos casos las relaciones alienadoras y/o crear síntomas (Linares, 2015); es decir, presentar coaliciones entre un padre e hijo contra otro progenitor, mermando los lazos entre el menor y una de sus figuras significativas básicas, que durante la adolescencia, apoya la conformación de la identidad del hijo.

Así, entre la nutrición relacional y la alienación parental, las familias con adolescentes hijos de padres separados, pueden problematizarse en cualquiera de las siguientes situaciones:

  1. Progenitor de Fantasía
  2. Progenitor Adolentizado

El Progenitor de Fantasía es una representación cognitiva ideal, del padre ausente física y/o emocionalmente, que construye el hijo a partir de la narrativa del progenitor presente, en un afán de sobreprotección (generalmente materna). Se conforma una figura sobrevalorada en atributos positivos como padre y hombre, para “cuidar la imagen del padre ausente”. Situación que crea un doble mensaje en el menor, en la narrativa con la que construye -entre la sobrevaloración y la descalificación-, el entendimiento de la ex -conyugalidad de los adultos, vínculo parental de los mismos y una pseudo-adaptación al discurso social de pertenencia a un linaje.

En el caso del Progenitor Adolentizado, la crisis de reajuste personal post-conyugal, se detiene en el último recuerdo de empoderamiento del adulto antes de la vida conyugal, que reiteradamente se encuentra en su adolescencia; etapa en la que “logró” autonomía e identidad. La revive posterior a la separación conyugal y retoma sus recursos personales para reescribir su propia historia post-conyugal; con la diferencia de que es, en ese momento, padre de adolescentes también. El hijo entonces se vive en una rol parentalizado, en una relación complementaria inversa con su progenitor.

En ambos casos la dinámica se construye con relaciones complementarias, caracterizadas con errores de tipo lógico, e indefinición en comunicación, relación y emoción.

Adentro del consultorio…

Con el Progenitor de fantasía, la dinámica familiar basada en errores de comunicación -a través del espejo-, dificulta al hijo crear su propia imagen del padre ausente, y contrapone sus expectativas con la realidad que subyace; se germinan relaciones maltratantes filio-parentales en sistemas proclives a la violencia filo parental –familias monoparentales y reconstituidas- (Pereira, 2011), ante el doble discurso de sobrevaloración parental ausente y maltrato hacia el progenitor presente, enlazado en el doble mensaje y el error en tipo lógico entre conyugalidad y parentalidad.

Si era tan buen hombre… ¿por qué te dejó?  y “si era tan buen hombre, ¿por qué me dejó? (Rigo, 15 años, estudiante de secundaria)

Con el Progenitor Adolentizado hay evidentes problemáticas en la funcionalidad familiar en la que los hijos adolescentes, toman rol parental y se convierten en los cuidadores y pseudo-nutridores emocionales de sus propios padres, a quienes debieran de contener durante su reinvención o estancamiento personal. Situación que bloquea el desarrollo evolutivo adolescente y propicia la aparición de síntomas relacionales, principalmente: somatización, problemas escolares o salida del núcleo familiar.

“Prefiero tener un hijo y mantenerlo a él, a quedarme con mi mamá y mantenerla viva a ella” (Karen, 17 años)

La intervención terapéutica en estos casos  es a partir de analizar los siguientes puntos:

  1. Pauta que conecta en el genograma familiar.
  2. Forma de separación conyugal.
  3. Etapa del duelo conyugal en la que se encuentra.
  4. Estilo de parentalidad post-conyugalidad
  5. Resiliencia del sistema
  6. Co-creación de un contexto claro, congruente y expresivo/afectivo entre el terapeuta, el progenitor y adolescente.

Conclusiones

  • En estos casos, ya existe un caldo de cultivo social y familiar que tiende a rigidizarse.
  • Toca a los psicoterapeutas apoyar a los progenitores a crear modelos de parentalidad acordes a sus condiciones socioculturales.
  • Un adolescente es y merece ser, sólo un adolescente.

Bibliografía

  • Instituto Nacional de Geografía y Estadística. (2016). Población, Hogares y vivienda. Disponible en: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/temas/default.aspx?s=est&c=17484. Consultado el 10 de julio de 2016.
  • Encuentro Psicoterapia. (2000). Familias ensambladas. Disponible en: http://encuentroterapia.com/post/familias-ensambladas-2/ Consultado el 10 de julio de 2016.
  • Linares, J. (Compilador). (2015). Prácticas Alienadoras Familiares. El síndrome de Alienación Familiar reformulado. Barcelona: Gedisa
  • Linares, J. (2012). Terapia ultramoderna. La inteligencia terapéutica. España: Herder
  • Pereira, R. (Coordinador). (2011). Psicoterapia de la violencia filio-parental. Entre el secreto y la vergüenza. Madrid: Morata