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La Edad de la Psicocracia

Autor: Pier Giorgio Semboloni

Observamos actualmente una tendencia psiquiátrica que ha propuesto una nueva “manicomialización estresante” para los adolescentes. Los nuevos clientes de la industria de los trastornos mentales.

Como escribe G. Pietropolli Charmet, “la dificultad de los adultos para comprender el profundo significado emocional que los niños dan a la conquista de la noche, a la necesidad de estar siempre en contacto virtual, a la nueva relación con el cuerpo a través del “piercing” y la firma del tatuaje policromado, lleva a organizar una educación con una disciplina fuerte, que solicita a la psiquiatría, a la criminología y a los expertos en delincuencia juvenil un diagnóstico y un tratamiento para estas “nuevas emergencias”.

“Cada comportamiento individual viene catalogado en una globalización del diagnóstico de los trastornos mentales, inicialmente de los Estados Unidos y exportado desde ahí al resto del mundo, como si se tratara de un efecto de contagio inalterable.” (R. Esposito)

La auto-confirmación del diagnóstico a través de la terapia favorece naturalmente a las firmas farmacéuticas. Ya no hay “tristeza” sino “depresión”, ya no hay “timidez” sino “evitación”; es decir, tenemos ya un conocimiento pre-establecido de lo que le pasa al paciente antes de encontrarnos con él.

Etiquetas y clasificaciones tienen su lugar en “el mundo” y nuestra relación con el mundo  se convierte en una relación con el modelo que aparece ante nosotros como el mundo mismo.

Por otro lado, nos encontramos con progenitores que tratan a sus hijos como si se tratara de “iguales” y con quienes se debe evitar el conflicto a toda costa, lo cual dificulta tremendamente poder asumir una posición de autoridad tranquilizante.

Ya no hay una diferencia o una asimetría que instaure automáticamente la autoridad, y que al mismo tiempo conceda un sentido y un contexto propicio para la relación (M. Benasyag)

Italia tiene el récord europeo de consumo de fármacos per capita y el mayor número de médicos para un determinado número de ciudadanos. Además, los recortes constantes en el sistema sanitario están poniendo en serias dificultades al Servicio Público y a los ciudadanos.

Mientras tanto, están surgiendo centros psiquiátricos para adolescentes en todas partes. En mi región, La Liguria, en muy poco tiempo se ha pasado de una estructura residencial psiquiátrica para adolescentes de cero camas a sesenta camas. Estas instalaciones no atienden los casos de emergencia ni  los casos agudos.  Estos programas residenciales son gestionados por alguna organización  privada, en régimen de convención con alguna institución pública de la misma ciudad o de la región.

En los años setenta y antes de la Ley Basaglia tuve la experiencia de ver cómo eran los manicomios y el reparto de adolescentes dentro de los mismos.

Después de la lucha por el cierre de los manicomios en Italia, la psiquiatría se ha organizado en forma de Servicios de Salud Mental territoriales y en pequeños psiquiátricos de urgencia en hospitales generales (SPDC: Servicios Psiquiátricos de Diagnóstico y Cuidado).

No había nada específico para los adolescentes dentro de este sistema de emergencia y, por desgracia, todavía hoy no existe para los casos de enfermedad aguda.

Sin embargo, están floreciendo instalaciones residenciales para la curación, custodia y, eventualmente, la derivación a otras instalaciones para adultos una vez llegan a la mayoría de edad.

 

Yo también, como psiquiatra, tuve la oportunidad de dirigir una de estas instalaciones recientemente. Antes de despedirme presentando mi dimisión, me dio tiempo a madurar algunas preguntas y consideraciones que propongo al lector de este boletín:

 

El Cliente: 

 

Los clientes de estas instalaciones vienen de toda Italia, a veces después de haber pasado por varias instalaciones de este tipo.

 

A menudo, los derivantes son los servicios para menores o incluso tribunales del menor. Una parte importante está representada por los hijos de los inmigrantes.

 

No he podido dejar de pensar en mi experiencia de joven en los años setenta cuando, visitando escuelas e instalaciones especializadas en niños psicóticos en Suiza, me llamó la atención que los asistentes que más frecuentaban estas instalaciones eran en su mayor parte hijos de inmigrantes italianos, españoles o turcos.

 

El Diagnóstico:

 

La gran mayoría de los diagnósticos de ingreso, están representados por TOD (trastorno de oposición desafiante) y TLP (trastorno límite de la personalidad).

 

La Medicación:

 

Los fármacos más utilizados están son los considerados “antipsicóticos atípicos”. En la mayoría de los casos son inespecíficos e ineficaces para la problemática que presenta el paciente, actuando más bien como un restrictor disuasorio a través de la sedación, con dosis siempre más altas.

 

Los Psicólogos:

 

A menudo, a parte de médicos y enfermeras, el personal docente está constituido por psicólogos mal pagados por su tarea de educador.

 

Ante la dificultad de tratar pacientes de trece, catorce años, he escuchado decir a los psicólogos (que en algunos casos habían completado su formación como psicoterapeutas) que se debían aumentar la dosis de los medicamentos en lugar de cuestionar su relación con el paciente.

 

La Familia:

 

Todos los pacientes que he visto en las instalaciones donde los operadores tenían graves problemas familiares, bien pocos habían recibido un tratamiento de cuidado con la familia.

 


 

Dr. Pier Giorgio Semboloni, 
Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta
Co-director del Centro Genovés de Terapia de la Familia
Profesor residente de Neuropsiquiatría Infantil en la Facultad de Medicina de la Universidad de Génova.

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