Orfandades infantiles y adolescentes en el contexto de las nuevas realidades y estilos de vida
Conferencia: José Sánchez Parga
El Dr. José Sánchez Parga comienza su ponencia afirmando que en nuestra cultura actual los niños han quedado huérfanos de su propia infancia: “se les ha reducido el tiempo y las acumulaciones de su infancia”.
Y continúa diciendo que el niño debe experimentar la seguridad en la familia y la conquista de la libertad en el seno familiar. El niño tiene que experimentar esas pequeñas desobediencias con los padres, esa especie de libertad que el niño va conquistando y que los padres van cediendo, supone también un componente de responsabilidad.
Ahora vivimos una adolescencia precoz, los niños ya tienen su enamorada a una edad temprana. El adolescente no sabe donde empieza su adolescencia, ni donde ni cuando termina.
Para la sociedad, la adolescencia es una edad de referencia incluso para los adultos. Las sociedades primitivas no permitían la adolescencia porque era la etapa del cambio y de la innovación. Por ello estas etapas para sociedades frágiles se hacían muy cortas. Se hacían rituales de pasaje a veces muy crueles que dejan marcas en el cuerpo como pertenencia a un grupo.
En las sociedades andinas, no había adolescencia. El indígena a los 14 y 16 años, salía con sus padres del poblado, estaba dos años fuera y al volver al poblado se casaba.
En las sociedades griegas la adolescencia se permitía durante un periodo de 2 años, vivían en grupos: las jaurías. A lo largo de esos 2 años al adolescente se le permitían todo tipo de transgresiones. Al finalizar el período entraban en su vida adulta.
La sociedad moderna, orientada al cambio, ha alargado la etapa de la adolescencia. Pero se ha vuelto enferma en su propia adolescencia, la sociedad quiere ser adolescente. Es la adolescente el que domina la sociedad adulta.
Un adolescente que no se adapta a la sociedad, que está disconforme consigo mismo y con la propia masculinidad. El adolescente sufre una crisis de identidad mientras los padres sufren una crisis de autoridad. La madre se queda sola, mientras los padres son “sacados” de la familia, padres fugados de la familia.
Hoy la autoridad del padre se ha desligimitado. La autoridad existe para que no haya dominación y poder. La autoridad no está ejercida por la persona sino por el cargo que desempeña y cuando esto ocurre, aparece el autoritarismo. Esta desligimitación del padre la sufre el adolescente.
El adolescente no tiene el discurso de defensa de la mujer. Cuando se incorporan como fuerza laboral al son más eficientes que los hombres y faltan menos al trabajo. La mujer, como sector nuevo que se integra a los entornos laborales, lo hace con mayor ímpetu que el hombre.
En la joven se vive en forma de liberación sexual. La maduración sexual de la joven es mayor que la del joven. En las anteriores generaciones quien tomaba la iniciativa era el hombre. Hoy es la mujer.
Por el contrario, el sexo masculino es el sexo incierto e ingente, lo cual causa ciertos problemas a los hombres. A veces los hombre no pueden aguantar la competitividad con las mujeres.
De este modo, las nuevas formas conyugales van a generar relaciones con sus hijos también diferentes. Ya no se trata de casarse para formar un hogar que prevalece sobre las diferencias. El vínculo actual sobre el que se desarrollan las relaciones familiares crean un espacio diferente para el niño. Y como consecuencia de estos cambios en el interior de la familia, surge la pregunta: ¿qué es un niño?
La eficacia, el rendimiento, la utilidad nos hace mirar muy objetivamente y no nos permite ver a los otros como sujetos. Esta nueva antropología, de la que no nos damos cuenta porque somos parte del cambio, mira a las cosas y se mira a sí mismo diferente.
El antropólogo ve al otro, y ve que lo que el otro hace es del otro. De este modo se reconoce al otro como individuo. Se produce también un proceso de identificación del antropólogo: “Nunca seré un indígena andino”.
Conocer nuestra cultura y entender la otra cultura. Reconocer mi propia cultura, la cultura de la palabra que puede ser muy equívoca. Pero los gestos tienen un sentido unívoco. El indígena tiene una economía de la palabra muy particular frente a la nuestra, más verbal.
A los padres les falta preguntarse qué es lo que ocurre en la mente del niño. Este no saber lo que es un niño, ha dado lugar a una infracción de discursos sobre la infancia.
Los discursos sobre la infancia son también importantes, porque también son parte de la infancia: Teorías que tratan de entender al niño o el discurso jurídico inflaccionario que no ha sido analizado ni criticado. Antes era la familia quien protegía al niño. Ahora hay que proteger al niño de la familia y de sí mismo. Este discurso está siendo nefasto, defiende el Dr. Sánchez Parga.
¿Cuáles son las representaciones del niño?
En las ONGs, en los años 90, sustituyen el objetivo del desarrollo rural y se tiende a un objetivo nuevo: el niño. Se trata de un niño infantilizado o adulterado. Se le trata como niño, olvidando que es una persona.
Así encontramos niños infantilizados que actúan infantilmente en relación con los padres o con los terceros. Una infantilización que le impide ser realmente niño, que le impide su condición de persona y por tanto su devenir adulto.
Ahora los ritmos de los ciclos de vida son los de la producción social. Cada sociedad produce su tiempo para la infancia para la adolescencia. Estos ciclos sociales nos dicen que somos nuestra infancia. Ya sabemos que la infancia nos determina, pero no es solo esto, sino que somos en función de nuestra relación con nuestra infancia.
Por otro lado, los niños hablan y actúan como los adultos y los adultos a veces hablan y actúan como los niños. Y esto es lo más difícil de procesar. El niño se encuentra en una situación muy delicada. Es como un ovni en la familia.
¿Qué hacen los niños en su ocio?
Los niños, en el norte de Quito, siempre que tienen un poco de dinero se van a jugar a los aparatos electrónicos. Ahora los niños ya no saben jugar entre ellos, aunque se les llame interactivos. Se le está impidiendo la espontaneidad.
El niño aprende la ley y la norma a través del juego, recordemos a Piaget. Frente a unos padres ocupados en su auto-realización que a veces compiten entre ellos mismos. Finalmente quien paga esta realidad es el mismo hijo.
Otro elemento: la indecisión del niño precipitado a la adolescencia. Los parques se están vaciando. Las familias ahora pasean a sus hijos por los centros comerciales. Parece banal e inocente peor no es inocente, es una iniciación al consumo. Se produce una integración del adolescente a la edad adulta y a la sociedad adulta.
Para conducir un auto se necesita un permiso de conducir y representa una responsabilidad adulto. En el mundo andino la bebida corresponde a los adultos. Para un andino, invitar y ser invitado a la bebida, implica tener recursos. En el mundo andino tan económico con la palabra, la borrachera tiene un efecto social donde el andino te puede hablar. Pero ahora se ha convertido en fugas en el volante, en la droga, en el alcohol, o de la propia existencia.
El Dr. Sánchez Parga ha trabajado el malestar en la masculinidad pero también ha observado un malestar en la feminidad. Afirma que es falso que los embarazos de las adolescentes sean no deseados. Pueden no ser queridos, pero los resultados de las encuestas nos demuestran que estos embarazos han sido profundamente deseados: “Por fin tengo algo a quien querer y que me quieran”.
¿Qué hace la joven con su liberación sexual?
Las jóvenes viven mal la virginidad. Imagina una joven que no ha tenido una relación, la crueldad del bulling femenino puede ser letal en la construcción de la personalidad de la joven.
Una ideología da lugar a prácticas ideológicas. Las prácticas ideológicas, en lugar de resolver los problemas, los refuerzan. Una función de la ideología es en parte cubrir el verdadero problema.
¿El niño merece respeto?
Algunas investigaciones muestran que los niños no merecen respeto. El estudio de la socialización primaria en el seno de la familia, en la Sierra Ecuatoriana, muestra que hay una tendencia a una socialización familiarista. Al niño se le transmiten ideales, valores y formas de relación dentro de la familia. Sin embargo la sociabilización de la familia ha de preparar al niño para los valores de la sociedad en la que va a vivir.
¿Cuál es el efecto de esta educación familiarista?
Lo primero será el encontronazo con la escuela primaria, porque el niño no está acostumbrado a reconocer al otro. El niño va a proyectar en la sociedad esas ideas y representación familiares… y esto no funciona. El joven piensa que la universidad va a funcionar como una familia, y se encuentra con que esto es mentira, la universidad es una institución y va a funcionar como una institución.
Cada institución de la sociedad tiene sus propios vínculos sociales. Lo fundamental es la relación del profesor con el conocimiento. El vínculo del profesor con el niño es la transmisión. Lo que hace el buen profesor es transmitir no sólo el conocimiento sino su relación con ese conocimiento y es lo que va a facilitar el vínculo recíproco estudiante y docente y es lo que va a emular la relación entre colegas.
El éxito del otro es una motivación para mí para ser mejor. ¡Hoy putrefacto!
También putrefacto: ¡vínculos profesionales!. La solidaridad en el trabajo se terminó.
Crímenes, crueldades han existido siempre, continúa el Dr. Sánchez Parga. Sin embargo a finales de los 70 y de los 80, no se hablaba de la violencia. Y hoy hemos pasado de aquella ignorancia de la violencia a una inflación de la violencia. Hoy todo es violencia: violencia educativa, violencia intra-familiar, violencia de género… Sin embargo, cada forma de violencia tiene sus causas específicas. Habría que encontrar una razón común a todas ellas y que al mismo tiempo permitiera explicar cada una de ellas.
La violencia social: la ruptura de los vínculos sociales por efecto de la violencia y generador de la violencia. Se rompe el vínculo social a través de la violencia y esta ruptura provoca violencia. Somos relación social y vínculo social. Pero estos vínculos se rompen en las instituciones. Cuando más estrecho es el vínculo social más duro es después la ruptura de ese vínculo social.
La violencia que uno sufre en la familia va a pasar después a la escuela y al trabajo y pasan de víctimas a victimarios. Tenemos fácil el ejemplo del niño que mata a su padre y después en el proceso se descubre que el niño había sido violado a los 7 años por su padre. Por eso a las víctimas hay que protegerlas de su violencia, para que después no se conviertan en victimarios.
Todas estas violencias son opacas, ocultas, sigilosas, no tienen visibilidad. Las mismas instituciones cuando hay una violencia la acallan y por ello es tan difícil el acceso a ella. Hemos constatado como violencia la criminalidad y la delincuencia pero esto no es más que la punta del iceberg de las violencias sociales, finaliza el Dr. Sanchez Parga.
Deja un comentario.